1. Conceptos preliminares. (# 72 - 76)
2. El MCC es un Movimiento. (# 77 - 85)
3. El MCC es un Movimiento de Iglesia (# 86 - 103)
4. Mediante un método propio. (# 104 - 105)
2. LA FINALIDAD (# 106 - 150)
1. Dificultades para la vida cristiana. (# 106 - 113)
2. La vivencia y convivencia de lo Fundamental cristiano. (# 114 - 127)
3. Ayudar a descubrir y realizar la vocación personal, con respeto de la misma. (# 128 - 134)
4. Propiciar la creación de núcleos de cristianos. (# 135 - 138)
5. Fermentar de Evangelio los ambientes. (# 139 - 150)
3. LOS POSTULADOS ESENCIALES QUE DERIVAN DE LA ESENCIA Y LA FINALIDAD.(# 151 - 153).
1. En cuanto al Movimiento en general. (# 152)
2. En cuanto a los tres tiempos del Movimiento. (# 153)
1. LA ESENCIA
72 Todos los seres vivos están sujetos a cambios, conservando, sin embargo, la identidad de su núcleo interno. Siendo siempre ellos mismos, se muestran de un modo nuevo hacia afuera. Desde este punto de vista, esencia es lo que pertenece al ser y hace que el ser sea lo que es, y determina su modo de ser, tanto estática como dinámicamente.
73 El MCC, algo vivo y dinámico, está sujeto a cambios y perfeccionamientos. Pero el MCC, como ser con vida propia, tiene un núcleo interno que hace que sea lo que es y que se mantenga siendo lo que es, a través de todos los cambios. Más aún: ese núcleo interno de su ser es lo decisivo en su modo de ser y de evolucionar bajo la acción de las mil circunstancias que ocasionan sus cambios. El MCC ha ido evolucionando a lo largo de su existencia, adaptándose a las situaciones de la Iglesia y del mundo. A pesar de eso, los buenos conocedores del Movimiento lo reconocen como auténtico MCC.
74 Del MCC se han dado muchas descripciones. Hoy se define así: "Los Cursillos de Cristiandad (el MCC) son un Movimiento de Iglesia que, mediante un método propio, posibilitan la vivencia y la convivencia de lo ¡fundamental cristiano, ayudan a descubrir y a realizar la vocación personal, y propician la creación de núcleos de cristianos, que vayan fermentando de Evangelio los ambientes".
75 La Esencia del MCC, por consiguiente, está en que
1. es un movimiento;
2. es un movimiento de Iglesia;
3. tiene un método propio;
4. posibilita la vivencia y la convivencia de lo fundamental cristiano;
5. ayuda a descubrir y a realizar la vocación personal;
6. propicia la creación de núcleos de cristianos;
7. que fermenten de Evangelio los ambientes.
76 En esta definición o descripción del MCC quedan claramente señalados su QUE (esencia), su PARA QUE (finalidad) y su COMO (método), que explicamos a continuación.
77 Fue Juan Pablo II quien utilizó la palabra movimiento para explicar el misterio de la Iglesia: "Como bien sabéis, la Iglesia misma es un movimiento. Y, sobre todo, es un misterio: el misterio del eterno Amor del Padre, de su Corazón paterno, en el que comienza la misión del Hijo y la misión del Espíritu Santo. La Iglesia, que nace de esta misión, se encuentra instatu missionis. Ella es un movimiento que se inscribe en la historia del hombre-persona y de las comunidades humanas".
78 "La proclamación dinámica del Evangelio comenzó con la venida del Espíritu Santo en forma de viento y fuego. El mensaje de la muerte y resurrección de Cristo no es un acontecimiento estático. Exige movimiento. Trata de alcanzar a otros. Pide ser esparcido lejos y ampliamente"
79 Cuando este movimiento de Dios hacia los hombres encuentra eco amoroso en ellos, nace la respuesta de la fe en Dios: los hombres se mueven hacia Dios. Este movimiento de los hombres hacia Dios es fruto de la acción de Dios y de la decisión del hombre. Dios puede actuar directamente o a través de la acción de los evangelizadores, quienes han conocido al Señor Jesús de un modo tan vivo, tan cordial, tan experimental, que les ha llevado a descubrir, comprender y realizar su propia vida a la luz del encuentro con Jesús. Ellos se han dejado penetrar por el Espíritu de Jesús (Cf. Flp 3,12), y, movidos e impulsados por El, van haciendo vida propia la Palabra y la Vida de Jesús; y tratan de que otros hombres y mujeres realicen el mismo encuentro, sirviéndose de un método adecuado para ello.
80 Cuando un grupo de personas se une para vivir su vida cristiana en coherencia con este encuentro, para profundizarlo en su existencia diaria y para tratar que otras personas se unan a su experiencia, es cuando surge un movimiento concreto que viene a ser y a expresar un aspecto del múltiple movimiento que es la Iglesia.
81 En el origen de los movimientos hay siempre una Gracia especial, concedida por Dios a la Iglesia de un modo directo o indirecto, sirviéndose Dios de ciertas situaciones históricas de la Iglesia o de la sociedad, o de ciertas necesidades de los hombres a las que es urgente responder.
82. Nada más lógico, por tanto, que la presencia simultánea de diversos movimientos en la Iglesia. Aunque todos son para vivir el Evangelio, cada uno pone de relieve uno de sus aspectos fundamentales. Por eso los movimientos que surgen en la Iglesia no son focos de división, sino manifestaciones fecundas y fecundantes de la todavía más fecunda y fecundante riqueza de la Iglesia y del evangelio.
83 Hay otro hecho: apoyándose en la gran libertad de vida según el Espíritu, los laicos han descubierto que el bautismo y la confirmación los capacitan y comprometen para realizar, en la Iglesia y en el mundo, la misión de todo el pueblo cristiano, en la parte que a ellos corresponde (Cf. LG, 31). Y ellos saben que pueden realizar acciones apostólicas a nivel personal, familiar y organizado, por el solo hecho de ser bautizados. Y saben también que, para facilitar y potenciar su acción apostólica, se pueden unir en agrupaciones, asociaciones o movimientos.
El nuevo Código de Derecho Canónico ha reconocido la legitimidad de esta potestad de los laicos, apoyándose en la doctrina conciliar
84 En 1987, en el discurso dirigido a los participantes en el II Coloquio Internacional de Movimientos Eclesiales, Juan Pablo II dijo: "En la Iglesia, tanto el aspecto institucional, como el carismático, tanto la jerarquía como las asociaciones y movimientos de los fieles son coesenciales y contribuyen a la vida, a la renovación, a la santificación, aunque de modo diverso"
85 Hoy asistimos a un fuerte florecimiento de movimientos laicales dentro de la Iglesia. Son ellos la prueba clara de la presencia activa del Espíritu Santo -la huella de Dios-, que sigue enriqueciendo a la Iglesia con sus dones. De ahí que la eclesialidad sea una de sus características.
3. El MCC es un Movimiento de Iglesia
86 En la década de los 40 surgió un nuevo movimiento de Iglesia; el MCC. Unos cristianos -sacerdotes y laicos-en íntima comunión con su obispo, llegaron a compartir una misma mentalidad y a convivir una misma inquietud apostólica; y empezaron a trabajar con una misma finalidad: hacer un mundo más cristiano, haciendo más cristianos a los hombres. Y, con un mínimo de organización, comenzaron su trabajo, ensayando un método para conseguir la finalidad intentada.
87 Aquel grupo inicial fue creciendo y hoy son ya muchos los grupos o núcleos de cristianos, que, mediante un método propio, encarnan en sus vidas esos principios y llevan el Evangelio a sus ambientes.
88 De aquí nace una consecuencia fundamental: el MCC no es algo, sino alguien; no es una cosa, sino una realidad organizada, viva y actuante; una realidad humana constituida por el conjunto de hombres y mujeres que, después de haber hecho el Cursillo de tres días, han adoptado la mentalidad y los principios fundamentales y, siguiendo un método propio, se unen para ayudarse a vivir de un modo más auténtico la vida cristiana, realizando de un modo nuevo su relación con Dios, consigo mismos, con los hombres y con el mundo, y para esforzarse en impregnar de Evangelio sus ambientes, con el fin de que otras personas también respondan al llamado de Dios.
89 De otro modo: el MCC son los hombres y mujeres que, después de haber vivido un Cursillo, se unen para intensificar su respuesta a Dios en estas cuatro direcciones: un acercamiento (encuentro) a Dios, que vive y ama; una profundización (encuentro) en la propia realidad personal, que se conoce mejor; una nueva relación (encuentro) con los hombres, a quienes descubren como hermanos; y una nueva visión (encuentro) del mundo, en el que viven y en el que trabajan.
90 La participación en el MCC es libre y abierta a todas las personas que han hecho el Cursillo: lo único que une a esas personas con el MCC es su deseo personal de permanecer tomando parte activa en él.
91 Fue Pablo VI quien definió la eclesialidad del MCC cuando dijo: "Sabemos que en vuestra palestra de espiritualidad y apostolado, en el Movimiento de Cursillos, el 'sensus ecclesiae' es norte que orienta, palanca que mueve, luz y manantial que inspira y vitaliza. Llevaos de esta visita a Roma, Iglesia reina que preside en la caridad, un amor hacia la Iglesia mayor aún, si pudiera ser, del que os devora, un propósito decidido de hacer Iglesia.
92 Siguiendo la línea de la eclesiología de comunión, el .Vaticano II había señalado cuatro notas que, juntas, manifestaban el carácter de eclesialidad de algunas formas .de acción apostólica organizada, que tenían y tienen el fin .apostólico de la Iglesia. A los veintitrés años de aprobado; el Decreto Conciliar Apostolicam Actuositatem (18-11-65), Juan Pablo II, siguiendo la misma línea de la comunión eclesial, abrió mayores horizontes y reformuló estas notas, fijando los cinco criterios de eclesialidad.
Veamos, uno por uno, esos cinco criterios de la eclesialidad señalados en ChL y su realización en el MCC.
93 La primacía que se da a la vocación de cada cristiano a la santidad. El MCC siempre ha tenido, como una de sus metas fundamentales, el proclamar y el cultivar la vocación de los laicos a la santidad. Por eso ha fomentado la conversión constante y progresiva estructurando un método para que los cursillistas alcancen la santidad, viviendo la gracia de un modo consciente, creciente y compartido. Uno de los slogans que se ha venido repitiendo desde el primer Cursillo hasta hoy dice: "No queremos ser buenas personas, queremos ser santos, y que por nuestra ilusión, por nuestra entrega y por nuestro espíritu de caridad, lo sean también los demás".
94 La responsabilidad de confesar la fe católica. El MCC siempre ha tenido conciencia clara de que no debe proclamar una verdad humana, sino la verdad que viene de Dios y que ofrece al hombre la auténtica libertad (Cf. Jn 8, 32). La razón es la siguiente: Cristo Salvador instituye la Iglesia como sacramento de salvación y la envía a; predicar a todo el mundo el Evangelio. "El que creyere y fuere bautizado se salvará" (Mc 16, 16). "No ruego sólo por ellos, sino por cuantos crean en mí por su palabra" (Jn 17, 20).
95 El MCC no sólo se ha preocupado por ajustarse en; todo momento a proclamar el mensaje del Evangelio en coherencia con el Magisterio de la Iglesia, sino que también se ha esforzado por educar a los cursillistas para que no se contenten solamente con oírlo, sino que lo practiquen en la normalidad de su vida.
96 El testimonio de una comunión firme y convencida en filial relación con el Papa y con el Obispo respectivo. Hoy la Iglesia se comprende desde la comunión, es decir, desde esa realidad orgánica que surge por la acción de Dios y por la propia decisión de cada cristiano de unirse con Dios y con los otros cristianos, con una unión similar a la que se vive en el seno de la Trinidad Santa (Cf. Jn 21,22).
97 Así quiso Cristo la Iglesia: quiso a todos sus miembros unidos, no según la carne, sino según el Espíritu, unidos en y con la misma vida de Dios, aceptándose, amándose y entregándose, cada uno con sus propios dones, a los demás miembros de la Iglesia, hasta llegar a hacer de todos una sola alma y un solo corazón (Cf. Hech 4, 32).
En esta comunión está comprometido todo el Pueblo de Dios: Jerarquía y Laicado. Esta comunión se anuda en la Iglesia, haciendo, afectivamente, del Papa y de los Obispos lo que ellos son efectivamente: principio, fundamento y centro perpetuo y visible de unidad (Cf. LG, 22).
98 De esta realidad brotan dos consecuencias lógicas para el MCC: Primera: la relación con la Jerarquía, Papa y Obispos, debe ser una relación filial, firme, convencida y testimoniada, fruto, no de una circunstancia más o menos propicia, sino expresión gozosa del propio ser movimiento eclesial, que integra en su ser y en su actuar a sacerdotes, religiosos y laicos. De ahí la apertura permanente y normal para acoger, asimilar y adherirse al Magisterio de la Iglesia y a sus orientaciones pastorales. "Mientras los Cursillos de Cristiandad se mantengan en línea con la Iglesia viva, al compás de sus mejores inquietudes y a las órdenes de quienes la rigen, nada tememos de ellos y mucho esperamos de sus frutos".
99 La relación con otros movimientos y formas asociadas de apostolado laical debe ser, también de comunión y participación; por ser cada uno reflejo de la espléndida; riqueza de la Iglesia y ser, entre sí, complementarios. Por eso, la apertura servicial y humilde a los otros movimientos; y la realización, en comunión con ellos, de la misión de la Iglesia.
100 La conformidad y la participación en el fin apostólico de la Iglesia. El Vaticano II definió el apostolado corno el "propagar el Reino de Cristo en toda la tierra, gloria de Dios Padre; y hacer, así a todos los hombres partícipes de la redención salvadora; y, por medio de ellos, ordenar realmente todo el universo hacia Cristo". Desde el principio, el MCC se ha esforzado en participar el fin apostólico de la Iglesia en estos cuatro aspectos:
a) evangelizar o proclamar la Buena Nueva;
b) santificar los hombres;
c) formar cristianamente sus conciencias;
d) impregnar de espíritu evangélico las diversas comunidades y los diversos ambientes.
101 Porque esto ha sido así, y sigue siendo así, es por lo que el espíritu misionero -de conquista se dijo al principio- es una de las características del MCC. Este se ha extendido, por la fuerza de contagio de hombres y mujeres, que han querido, y quieren, llevar el mensaje de salvación a todos los hombres, empezando por razones de eficacia, por los que más influyen en otras personas; por hombres y mujeres, que han comprendido, y lo quieren realizar, que es todo un mundo lo que hay que rehacer desde sus cimientos.
102 El compromiso de una presencia en una sociedad humana que se ponga al servicio de la dignidad integral del hombre. Los laicos son Iglesia. Y lo propio del laico es su carácter secular (Cf. LG, 31; ChL, 15). Su vida está como entretejida con el mundo, es decir, con "la entera familia humana y con el conjunto universal de las realidades en las que ésta vive". Dios los llama para que allí, desempeñando su profesión y guiados por el Evangelio, contribuyan desde dentro, a modo de fermento, a la santificación del mundo.
103 En el MCC siempre se ha insistido en la presencia cristiana del laico en su propio ambiente; allí es donde debe dar fruto permanente, creciendo él en Cristo y donde debe trabajar para que los hombres sean más cristianos14.A fin de realizar esta presencia cristiana en el mundo, el MCC siempre ha dado un trato preferencial a cada persona, plasmando una técnica individual que aún tiene valor hoy
104 Método es la disposición adecuada y el empleo de ciertos medios, claramente conocidos, para alcanzar una meta propuesta, con la mayor probabilidad de éxito, con la mayor rapidez y con la mayor perfección.
105 El método en el MCC no es otra cosa que la aplicación práctica de su esencia; pero, no una aplicación cualquiera, dejada a merced del gusto personal y de la improvisación del momento, sino una aplicación dirigida hacia la mayor eficacia y que no sólo no desfigure o mutile su Esencia, sino que le ofrezca un campo de acción adecuado, eficaz y fecundo.
2. LA FINALIDAD
1. Dificultades para la vida cristiana.
106 Por ser movimiento de Iglesia, el MCC tiene el fin apostólico de la Iglesia. Y la Iglesia, nos decía Pablo VI, existe para evangelizar. Por tanto el MCC existe para evangelizar.
107 Podemos decir que la Iglesia evangeliza cuando lleva la Buena Nueva a los hombres y a los ambientes de la humanidad... y trata de convertir al mismo tiempo la conciencia personal y colectiva de los hombres, la actividad en la que ellos están comprometidos, su vida y ambiente concretos.
108 La finalidad inmediata de la evangelización es el cambio interior de cada hombre y de todos los hombres, la conversión. Por eso la Iglesia anuncia a todos la posibilidad de reiniciar su vida humana de un modo nuevo; poniendo a Cristo como piedra angular, como molde definitivo, como norma de vida; así el hombre queda capacitado para unirse a Dios por Cristo, con El y en El.
109 Apoyándonos en imágenes bíblicas, podemos decir que la conversión es la renovación de la mente, y la búsqueda constante de Cristo, y la entrega generosa y siempre despierta a Él, para asimilar su vida de un modo progresivo, hasta poder llegar a decir; vivo, pero no yo, es Cristo quien vive en mí (Gal 2, 20).
110 El hombre contemporáneo encuentra dificultades especiales para la aceptación del Evangelio. Por ejemplo: el secularismo, el bienestar económico y el consumismo, la mitificación de la técnica y de la ciencia, la exaltación del hombre hasta hacerlo dios de sí mismo y para sí mismo, el indiferentismo religioso y la poca significancia práctica de Dios para resolver los problemas de la vida, las espantosas situaciones de pobreza y miseria por las que pasa el mundo de hoy, el poder avasallador de las ideologías, el auge de las sectas, el descuido de los padres en la educación de sus hijos, la exposición inadecuada o ideológica de la fe cristiana, la manipulación política del mensaje evangélico, los defectos de la vida religiosa, moral y social de muchos cristianos... Todas estas razones y muchas otras más justifican una evangelización que sea nueva en su ardor, en sus métodos, en su expresión.
111 En la definición del MCC queda formulada su Finalidad con estas palabras: "Posibilitan la vivencia y la convivencia de lo Fundamental Cristiano, ayudan a descubrir y a realizar la vocación personal y propician la creación de núcleos de cristianos, que vayan fermentando de Evangelio los ambientes".
112 Estas palabras nos describen cuatro aspectos o vertientes de la Finalidad del MCC:
a) posibilitar la vivencia y la convivencia de lo Fundamental Cristiano;
b) ayudar a descubrir y realizar la vocación personal, con respeto de la misma;
c) propiciar la creación de núcleos de cristianos; y
d) Fermentar de Evangelio los ambientes.
113 Cada uno de estos cuatro aspectos implica a los otros tres. Y cada uno complementa a los otros, de tal modo, que sólo es posible su separación desde un punto de vista teórico. Podríamos, incluso, resumirlos con estas palabras de Pablo VI: "Evangelizar significa para la Iglesia llevar la Buena Nueva a todos los ambientes de la humanidad y, con su influjo, transformar desde dentro, renovar, a la misma humanidad: He aquí que hago nuevas todas las cosas. Pero la verdad es que no hay humanidad nueva, si no hay, en primer lugar, hombres nuevos con la novedad del bautismo (Cf. Rom 6, 4) y de la vida según el Evangelio (Cf. Ef 4, 23-24; Col 3, 9-10)" (EN, 18). Todo ello supone y exige la conversión del corazón del hombre -conciencia personal- y del corazón de los hombres o cultura -conciencia colectiva-, es decir: exige aceptar a Cristo con sus criterios de juicio, sus valores determinantes, sus puntos de interés, sus líneas de pensamiento y las fuentes inspiradoras y modelos de vida que ofrece en el Evangelio. Veamos cada una de estas cuatro vertientes o aspectos de la finalidad del MCC.
2. La vivencia y convivencia de lo Fundamental Cristiano.
114 Cuando el MCC proclama el mensaje de salvación, no intenta ni hacer teología, ni formar teólogos, ni establecer sistemas de moralidad, ni disertar sobre apostolado. Intenta algo totalmente distinto y, al mismo tiempo, algo tan sencillo y complejo, como es la vivencia de lo Fundamental Cristiano.
115 La vivencia religiosa. ¿Qué se entiende por vivencia religiosa? La vivencia religiosa es el proceso psíquico por el cual el hombre experimenta a Dios humanamente de un modo personal tan profundo, que incorpora esta experiencia a su propia personalidad20. Este proceso psíquico, en el que intervienen casi simultáneamente la inteligencia, el corazón y la sensibilidad, es lo que hace que la vivencia sea inexplicable; y que, para poder "comprenderla" haya que vivirla personalmente.
116 Toda vivencia, también la religiosa, puede considerarse de dos maneras:
a) como vivencia-acontecimiento: Un hecho concreto que I influye de un modo especial en la vida de una persona;
b) como experiencia religioso-cristiana en la vida ordinaria del cristiano: La vivencia cristiana no es en el fondo sino la existencia cristiana. Por medio de la fe, de la esperanza y de la caridad -como dones infusos del Espíritu Santo- vive y experimenta el cristiano a Dios, como Principio y Fin.
117 Toda vivencia cristiana es siempre de algún modo convivencia. "Vivir cristianamente será siempre convivir comunitariamente, asumiendo, en común, dones, misión y responsabilidades de acción; será expresarse comunitariamente por formas que, solamente en esta expresión, tienen sentido y eficacia"21. Si la vivencia de lo Fundamental Cristiano es esencial al Cursillo, la convivencia es esencial a la vivencia cristiana; y, por eso, también a la vivencia del Cursillo.
118 Y, ¿qué es lo Fundamental Cristiano? Para poder valorar la visión que de lo Fundamental Cristiano se tuvo en el MCC, es necesario conocer primero la intención que se tenía al hablar de ello. Lo que se intentaba era buscar unas fórmulas aptas (tanto en el contenido como en el modo) para comunicar en tres días y enseñar a vivir aquello que, sin ser quizás todo lo esencial del cristianismo, lo contenía. Para ello se centraron voluntariamente los iniciadores en la proclamación global y testimonial de lo que es base, sustentación, condición y distintivo de todo lo cristiano, y que lleva a la conversión de los individuos y por la conversión de ellos, a la transformación de los ambientes y estructuras del mundo.
119 Esta búsqueda de fórmulas aptas llevó a enfocar la visión de lo Fundamental Cristiano de modos distintos.
120 Hoy se presenta lo Fundamental Cristiano diciendo que es el Reino de Dios, con cuyo anuncio comienza Cristo su ministerio apostólico (Cf. Mc 1, 5): lo Fundamental Cristiano es Cristo, el Hijo de Dios. El MCC busca la vivencia de este Reino siguiendo el mandato de Cristo: "Buscad primero el Reino de Dios y su justicia, y lo demás se os dará por añadidura" (Mt 6, 33).
121 Y por eso el MCC pone el énfasis, sobre todo en estas grandes verdades de lo Fundamental Cristiano:
122 a) En Cristo. En El se revela Dios, Creador y Salvador. Y en El, el hombre tiene su encuentro con Dios Padre. "El cristianismo no es, en último término, ni una doctrina sobre la verdad, ni una interpretación de la vida. Es eso también, pero nada de ello constituye su esencia nuclear. Su esencia está constituida por Jesús de Nazaret, por su existencia, su obra y su destino concretos; es decir, por una personalidad histórica".
123 b) En la Gracia. "Aquí tocamos de hecho el núcleo del cristianismo tal como él se entiende a sí mismo en realidad" (K. Rahner). En la Gracia se realiza toda conversión, todo encuentro con Dios, toda comunidad cristiana. Ella es el don del Padre que Cristo -y la Iglesia como prolongación de Cristo en la historia- ofrece a todos bs hombres.
124 c) En la fe. "Dios se ha revelado a los hombres en Cristo hecho hombre" (Heb 1, 1;Jn 1, 14-18; Mt 11, 25-27). La respuesta del hombre a Dios que se le revela en
'Cristo es la fe; por eso la fe es sobrenatural en la misma medida en que lo es la revelación; y las dos, juntamente, instituyen el misterio del encuentro de Dios con el hombre en Cristo. La fe es, por tanto, el sí pleno del hombre a Dios que se le revela como su Redentor en Cristo. El MCC pretende la realización de un encuentro personal con Dios vivo y personal, en el que la fe es respuesta del amor a un requerimiento personal que compromete.
125 d) En la Iglesia, La Iglesia es el único lugar en el que, según el plan de Cristo, se le encuentra a Él; y en El, al Padre. "El único Mediador y camino de salvación es Cristo, quien se hace presente a todos nosotros en su Cuerpo, que es la Iglesia. El mismo, al inculcar con palabras explícitas la necesidad de la fe y del bautismo (Cf. Mc 16, 16; Jn 3, 5), confirmó al mismo tiempo la necesidad de la Iglesia, en la que los hombres entran por el bautismo como por una puerta. Por lo cual no podrían salvarse aquellos hombres que, conociendo que la Iglesia católica fue instituida por Dios a través de Jesucristo como necesaria, sin embargo, se negasen a entrar o a perseverar en ella" (LG, 14).
126 e) En los Sacramentos. En los Sacramentos Dios se encuentra con los hombres. Y en ellos se concretiza la sacramentalidad de la Iglesia. Cada sacramento descubre al hombre la doble dimensión constituyente de la existencia humana. La vertical, o comunión con Dios: Cristo quiere formar parte de la existencia del hombre; y la horizontal, o comunión con los hombres: el compromiso con Cristo conlleva un compromiso con los hombres y con el mundo.
127 Esta vivencia de lo Fundamental Cristiano, el MCC la concreta en estos cuatro aspectos:
a) el encuentro con Dios (lo cual trae consigo también la confrontación consigo mismo);
b) la amistad con Cristo;
c) la comunidad con los hermanos;
d) la responsabilidad apostólica.
3. Ayudar a descubrir y realizar la vocación personal, con respeto de la misma.
128 En la Iglesia todos los fíeles están llamados a la santidad (Cf. 1 Tes 4,3 ; Ef 1, 4; LG, 39), o a la unión con Dios (GS, 19). "Al salir de las aguas de la sagrada fuente, cada cristiano vuelve a escuchar la voz, que un día fue oída a orillas del río Jordán: Tú eres mi Hijo amado, en Ti me complazco' ( Lc 3, 22 )" (ChL, 11).
129 Esta vocación a la santidad, común a todos los cristianos, se realiza por distintos caminos (Cf. LG, 32), según los carismas o dones que cada uno recibe del Espíritu, y según el ministerio que cada uno debe desempeñar en !a Iglesia. "Hay diversidad de carismas, pero el Espíritu es el mismo; diversidad dé ministerios, pero el Señor es el mismo; diversidad de operaciones, pero es el mismo Dios que obra todo en todos. A cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para provecho común. Pero todas estas cosas las obra un mismo y único Espíritu, distribuyéndolas a cada uno en particular según su voluntad" (Cf. 1Cor 12, 4-14; LG, 12).
130 La llamada de Dios es una vocación a la comunión, y participación en el ser y misión de la Iglesia, como nos ha recordado Juan Pablo II en la ChL, y tiene tres aspectos fundamentales que el MCC trata, no sólo de respetar, sino de fomentar, ayudando a descubrirlos y realizarlos:
a) la vocación humana: realizarse como hombre, creciendo en el ser humano;
b) la vocación cristiana: vivir el bautismo como comunión y como cooperación con Dios y como comunión y como cooperación vital con los otros bautizados;
c) la vocación cristiana específica: dar cada uno el aporte específico a la construcción del Reino, según la vocación concreta de Dios a cada uno.
131 En la mayoría de los casos la persona que participa, por primera vez, en un Cursillo, ya ha descubierto su vocación personal e, incluso, la ha ido realizando, con mayor o menor fortuna, en su propio ambiente. El Cursillo ayudará a unos a descubrirla, y a todos a fortalecerse en ella. Y los impulsará a una mejor realización en lo que debe ser, a partir de ahí, la normalidad cristianizada de su vida.
132 La vivencia de lo Fundamental Cristiano centra y unifica al hombre en el ejercicio de sus facultades espirituales y sentidos, sitúa a la persona frente a los valores espirituales y materiales y exige que cada uno tome una decisión a favor de ellos.
133 La vivencia de lo Fundamental Cristiano, por su apertura a Dios, por la respuesta a la llamada de Dios, por el seguimiento de la vocación personal, aunque se experimente ante algo que es común a todos, tiene un sello personal insoslayable. A pesar de que Dios se ofrece a todos y de que alguna vez llama comunitariamente, no se ofrece ni llama al hombre abstracto, sino al hombre concreto, a cada hombre.
134 Cada hombre es único e irrepetible; y cada llamada de Dios tiene un destino y un estilo personal. "De ahí que todo proceso de desarrollo y perfeccionamiento del hombre, dentro de la línea cristiana, debe llevar impreso este signo personal y personalizante. Es decir, debe seguir la línea de la propia vocación, para ayudar al llamado a ser cada vez más persona. Y toda moral que desvirtúe este aspecto fundamental pasa por alto, al menos en parte, el dogma cristiano y pone al hombre en una perspectiva cosifícante y alienadora"
4. Propiciar la creación de núcleos de cristianos
135 Cuando usamos esta expresión, queremos decir que el MCC hace posible la existencia de núcleos o pequeños grupos de cristianos, en los que no sólo se respeten la persona, las leyes sociológicas de la vida y el más elemental sentido común, sino que se acrecienten la comprensión y aceptación mutua, la comunión de vida y destino, la participación y solidaridad entre todos, y se conviva e irradie, de un modo espontáneo y sencillo la fe en Cristo.
136 Esta tarea de formar los grupos comprende un triple paso:
-buscar y forjar las personas que se juzguen más idóneas, es decir, "aquellas personas cuyas actitudes conmueven; que quizás no 'mandan' porque hacen algo mucho más trascendental: 'influyen'. Ellas mismas se 'agruparán, formarán núcleos'"
-ayudarles a descubrir y a ocupar, con responsabilidad, su lugar en el mundo como discípulos de Cristo y como miembros de la Iglesia;
-y vincularlas orgánicamente entre sí, mediante el cultivo de la amistad humana, la vivencia de la fe cristiana y la acción apostólica28.
137 Estos núcleos o pequeños grupos son objetivos del Movimiento, pues la cristiandad se define como "el grupo de cristianos que viviendo la Gracia de un modo consciente, creciente y compartido, hacen fermentar el Evangelio en sus ambientes". Y el MCC es un movimiento de cristiandad.
138 Este aspecto de la finalidad del MCC se expresó con la frase "vertebrar cristiandad". Hoy, más que esta expresión, se prefiere, para mayor claridad de lenguaje y por un sentido más bíblico y más conciliar y por una mayor profundidad de contenido, la fórmula "propiciar la creación de núcleos de cristianos que viven la Gracia, de un modo consciente, creciente y compartido y que van haciendo fermentar el Evangelio en sus ambientes".
5. Fermentar de Evangelio los ambientes.
139 Para aclarar la acción que debe realizar el Evangelio en el mundo, es decir en la entera familia humana, con el conjunto universal de las realidades en las que ésta vive (IGS, 2), el Concilio emplea varias veces la imagen bíblica del fermento (GS, 26, 40; LG, 31; AA, 2; AG, 8; ).
140 Hoy es una tesis admitida por todos que, estando toda la Iglesia afectada por su presencia en el mundo o secularidad, esta realidad afecta de un modo especial a los laicos. "La condición eclesial de los fíeles laicos se encuentra radicalmente definida por su novedad cristiana y caracterizada por su índole secular" (ChL, 15; Cf. LG, 31, 36; AA, 2).
141 Esta visión teológica de la secularidad hace que el mundo sea el ámbito y el medio de la vocación cristiana de los fíeles laicos (Cf. ChL, 15); pero, no el mundo en general, sino el medio social concreto, o el ambiente en que cada uno vive, o la cultura en la que cada uno se desarrolla.
142 El Concilio entiende por medio social "el pensamiento y las costumbres, las leyes y las estructuras de la comunidad en que uno vive" (AA, 13). Con la palabra cultura se indica el modo particular como en un pueblo los hombres cultivan su relación con la naturaleza, entre sí mismos y con Dios, de modo que puedan llegar a un nivel verdadero y plenamente humano. Es "el estilo de vida en común" que caracteriza a los diversos pueblos (Cf. Puebla, 386; Cf. GS, 53; EN, 19). Y el MCC entiende por ambiente el conjunto de personas, ideas, valores y circunstancias que concurren en un determinado lugar y tiempo, y que influyen en el modo de ser, de pensar y de actuar de todos.
143 Aunque estos conceptos de medio social, cultura y ambiente no sean equivalentes en sentido pleno, son de tal manera coincidentes que, dada la mentalidad del MCC, no haría falta sino explicitar su significación para decir que fermentar de Evangelio los ambientes es lo mismo que llenar de espíritu cristiano el medio social o evangelizar la cultura
144 A la esencia del medio social, cultura o ambiente, pertenecen también las estructuras e instituciones, que son las que dan vigencia y estabilidad a las ideas, valores y comportamientos típicos de una sociedad. Por eso evangelizar los ambientes incluye también la evangelización de las estructuras e instituciones. Pero una cosa debe quedar claramente establecida: el MCC, como la Iglesia, sabe que el objeto primario de la evangelización es el hombre; y el secundario, las estructuras e instituciones, pues "las mejores instituciones, los sistemas más idealizados se convierten pronto en inhumanos, si las inclinaciones inhumanas del hombre no son saneadas, si no hay una conversión de corazón y de mente por parte de quienes viven en esas estructuras o las rigen" (EN, 36).
145 A la hora de fermentar de Evangelio los ambientes, esta tarea puede hacerse mediante la acción personal de cada cristiano, trabajando de persona a persona, o trabajando sobre las estructuras en las que vive y actúa. Este apostolado es capilar, constante e incisivo; es la forma primordial y la condición de todo el apostolado de los laicos, a veces el único apto y posible. El Concilio, en AA, 3, señala los modos de realizarlo.
146 El segundo modo de fermentar de Evangelio los ambientes, y éste es el modo peculiar del MCC, es el que Se realiza mediante la acción de grupos o núcleos, cuya existencia propicia el MCC.
147 Se fermenta de Evangelio, en primer lugar, Ayudando a cada uno de los miembros de los grupos o núcleos a vivir la Gracia de un modo consciente, creciente y compartido. "La misma santidad vivida, que deriva de la participación en la vida de santidad de la Iglesia, presenta ya la aportación primera y fundamental y una condición insustituible para realizar la misión salvífica de la Iglesia..." (ChL, 17). Para ello hay que "poner los resortes de la vida humana al servicio de lo divino".
148 En segundo lugar, se hace fermentar de Evangelio los ambientes, mediante la acción que realizan esos grupos. En efecto: LOS EQUIPOS O NÚCLEOS
-Viven y conviven lo Fundamental Cristiano y su compromiso apostólico. Pero el compromiso cada uno lo ejerce en su propio ambiente, donde cada uno tiene posibilidad y capacidad para transformarlo cristianamente.
-Viven y conviven lo Fundamental Cristiano y su compromiso apostólico. Pero el compromiso lo ejercen todos en el mismo ambiente donde alimentan y vigorizan su "ser cristiano", a la vez que proyectan la dinámica de ese su "ser cristiano", aunque no tengan misión apostólica procedente de un plan de pastoral organizada.
-Viven y conviven lo Fundamental Cristiano y su compromiso apostólico. Pero el compromiso lo ejercen, cada uno por separado, o en grupo, insertados en la pastoral de la Iglesia, a nivel parroquial, diocesano o nacional.
149 Las tres maneras de fermentar son legítimas y alabadas por el Concilio en Apostolicam Actuositatem. Pero el MCC adopta, como opción preferente, el segundo modo de fermentar de Evangelio los ambientes.
150 La fuerza fermentadora de estos grupos se fundamenta en que esa acción es "un signo de la comunión y de la unidad de la Iglesia en Cristo, quien dijo: Donde dos o tres estén congregados en mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos (Mt 18, 20)" (AA, 18). En estos grupos o núcleos, en efecto, se a unan libertad y solidaridad; se ejerce la autoridad con el espíritu del Buen Pastor o de servicio; se vive ante la riqueza con una actitud diferente a la de nuestra sociedad; hay formas nuevas de organización y participación; se manifiesta que, sin una radical comunión con Dios en Jesucristo, toda otra forma de comunión puramente humana resulta incapaz de sustentarse y termina fatalmente volviéndose contra el mismo hombre... Estos grupos saben muy bien que para renovar la sociedad hay que salvar al hombre. Y que para realizar esta labor deben actuar con "su libre iniciativa y sin esperar pasivamente consignas y directrices". Por eso, estos grupos abren caminos hacia un nuevo tipo de sociedad y son un ejemplo de convivencia para todos los hombres.
3. LOS POSTULADOS ESENCIALES QUE DERIVAN DE LA ESENCIA Y LA FINALIDAD
151 Vista la Esencia y la Finalidad del MCC, y entendiendo por postulado esencial aquella verdad que se admite sin pruebas y que afecta la naturaleza de un ser de tal modo, que no puede cambiarse sin correr el peligro de cambiar ese ser, se recogen aquí los postulados esenciales del MCC en cuanto al Movimiento en general y en cuanto a cada uno de sus tres tiempos.
1. En cuanto al Movimiento en general:
152 a) que sea un movimiento de Iglesia;
b) que sea vivencial;
c) que lleve al cursillista a un encuentro con Dios vivo y personal, consigo mismo, con los hermanos y con el mundo;
d) que promueva la espiritualidad cristiana;
e) que sea agente con función específica en la pastoral;
f) que fermente de Evangelio los ambientes;
g) que cree comunidad;
h) que se comprometa y comprometa.
2. En cuanto a los tres tiempos de! Movimiento:
153 Precursillo:
a) que los candidatos para los Cursillos de Cristiandad sean, al menos en potencia, capaces de ser fermento de “evangelio en sus ambientes;
b) que tengan madurez cristiana para captar el mensaje’ evangélico y comprometerse;
c) que tengan aptitud y actitud para vivir en y para la Comunidad.
Cursillo:
a) que sea la proclamación kerygmática del mensaje de Cristo, con miras a la vivencia del Misterio Pascual;
b) que ayude a los asistentes a descubrir su vocación personal, para realizarla en y para la comunidad (humana y eclesial);
c) que los dirigentes, sacerdotes y seglares, sean signos auténticos de la Iglesia-Comunidad.
Poscursillo:
a) que sea una ayuda para mantener vivo en el cursillista el espíritu de conversión progresiva;
b) que esté orientado a que los cursillistas hagan de su vida una convivencia con los hermanos en la comunidad eclesial propia y en el mundo donde deben realizar su misión específica como laicos;
c) que acreciente en los cursillistas la conciencia de que deben ser fermento de Evangelio en los ambientes;
d) que, aunque el MCC no es una asociación sino un movimiento, necesita una organización adecuada, que lo encauce y sirva a los cursillistas para insertarse en la comunidad eclesial y para realizar un cristianismo vivo y operante.
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